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# Soberanía tecnológica para volver a querer las máquinas
***Alex Haché***
> La gran bola de terciopelo responde a las necesidades de un barrio o
> una comunidad: es rosa y muy amable pero no tiene piedad. Las personas
> piensan que la pelota no reconoce a las malas y que se van a salvar,
> pero ella sabe muy bien. Ella la inventó. La bola rueda con rrrrruido.
> Ella lo inventó. [^1]
Las narrativas de ciencia ficción construyen acerca de lo que podría
ser el futuro, los *multiversos* y, por lo general, hilan acerca de lo
que (aún) no es. Cada vez que una «persona activista se imagina el mundo
por el cual lucha: un mundo sin violencia, sin capitalismo, sin racismo,
sin sexismo, sin prisiones, etc. está desarrollando una ficción
especulativa» [^2]. Narrativas que nos unen dentro de nuestros
círculos de afinidades y resistencia. Narrativas que nos permiten
asaltar «la máquina» [^3] y emprender un éxodo dentro de ella.
Ejercer nuestra capacidad de especular sobre nuevos mundos en modo
utópico es una propuesta para repensar juntas *evil_electrónica*,
*evil_internet*, *evil_telefonía móvil*, *evil_satélites*. *
Grandes bolas de terciopelo rosa que ya no puedes ignorar. Descubrir otras
formas, nombrarlas, soñar con otras tecnologías posibles. La soberanía
tecnológica avanza porque es al mismo tiempo deseo, ficción especulativa y
realidades alternativas.
Un padre de 45 y su hijo de 20 años. Parecen tener buena relación. El
hijo le pide a su padre que le grabe con su móvil haciendo algo en el
mar. Una, dos, tres, cuatro veces. Su padre no lo consigue; su hijo se
muestra paciente pero sorprendido por su incompetencia. De repente, el
padre explota. La playa se queda silenciosa.
Una conversación a gritos sobre la quiebra de las relaciones de
confianza, el asco y miedo a los móviles y a Facebook. El hijo promete
acompañarlo mejor para que deje de ser un inexperto y se transforme en
un alienígena que teclea con sus diez dedos. Generaciones analógicas con
ramificaciones cerebrales especificas, experimentación y conocimiento
situado en tres dimensiones. Esa conversación me hizo sentir sola,
quería meterme en ella, quería que estas explosiones de ira se dieran
más a menudo, quería ver a más personas armadas con bolas de petanca
reventando los iphones de todos los *apple store* [^4].
Deberíamos contar con otras tecnologías, algo mejor que lo que hoy en
día llamamos «Tecnologías deIinformación y Comunicación» (TIC). Un móvil
que es un ordenador, un ordenador que ya está obsoleto, unas tabletas de
pantallas oscuras, unos relojes conectados a Internet que te cuantifican
mientras corres, menstrúas y follas. Unos dispositivos poblados por
*apps* y «servicios» que nos menosprecian. «Viva el mal, viva el
capital.» La Bruja Avería [^5] como encarnación del síndrome de
Cassandra. [^6]
Hay que afrontar las conversaciones que tienden al nivel cero de la
comprensión de lo escalofriante que resulta un devenir donde las
máquinas han alcanzado su singularidad [^7]. Luchar contra los argumentos
esgrimidos en nuestras comunidades y colectivos; por amigas; en redes de
confianza y en los parques, comedores y escuelas; en los servicios
sociales y hospitales: «tan práctico y cómodo», «no hay alternativa»,
«no tengo nada que esconder» y «qué importa si nos controlan, está todo
fatal de todos modos».
La falta de originalidad nutre los lugares comunes paridos por las
narrativas neoliberales que acompañan cada nueva tecnología comercial
mientras colonizan nuestras mentes y deseos.
Necesitamos hablar mucho más, aquí y ahora, de los costes psicológicos,
sociales, políticos, ecológicos y económicos de estas tecnologías. No
hablamos de la libertad de hacerse *selfies* en los centros comerciales
de Google, Amazon [^8], Facebook, Microsoft y Apple y subir otra foto más
en una cuenta de *instasheet*. Hablamos de la represión, el control, la
vigilancia; de la cuantificación, la discretización de la vida y los
recursos. Para tener esta conversación convocamos a las personas que hay
que explotar, llevar a la locura o al suicidio [^9], que hay que matar en
los feminicidios de las fronteras y zonas económicas especiales para
alimentar un ecosistema tecnológico global distópico.
* * *
La ST que nos gusta es la que diseña, desarrolla, distribuye y sueña
tecnologías que brindan bienestar y buen vivir, las que no perpetúan o
crean más injusticia. Versionar la revolución ética y política en pos de
la soberanía alimentaria, crear y consumir productos justos y de
cercanía. Lo que podemos aprender de esta analogía, soberanía
alimentaria vs. soberanía tecnológica, fue de lo que tratamos en el
precedente primer tomo.
En este dossier, seguimos presentando ejemplos de la ST entendida como
ficción especulativa aplicada y situada que genera transformación social
y política. Las distintas contribuciones exponen las tensiones
inherentes que existen entre autonomía y soberanía, contribución y
sostenibilidad, apropiación por el capitalismo vs. devenir, tecnologías
apropiadas y feministas.
Por el camino se nos perdieron dos contribuciones importantes.
Un artículo sobre la autogestión ex-céntrica de la salud, la
descolonización de los cuerpos y el campo de experimentación alrededor
de las tecnologías de la salud, sexualidades y cuidados: la ST no puede
ser sólo software o hardware, si no que también debe ser *wetware* como
espacio de resistencia [^10] frente al imperio fármaco-médico-industrial.
También queríamos ahondar en la historia poco conocida de varios
visionarios de la ST. Desde la curiosidad y la rebelión han conseguido
hacer llegar Internet a donde no se quería que llegara, desafiar el
estado de apartheid reforzando las comunicaciones clandestinas, mostrar
que se pueden crear tecnologías bellas y adaptadas a su entorno. Voja
Antonic [^11] (Yugoslavia), Roberto Verzola [^12] (Filipinas), Onno
Purb [^13] (Indonesia) y Tim Jenkin [^14] (Sudáfrica ) se han mostrado
generosos con nosotras compartiendo acerca de sus condiciones,
motivaciones e inspiraciones. Y éstas nos han mostrado que la ST está
compuesta por capas, filiaciones e imaginarios varios.
Respecto a cómo ha evolucionado el panorama de la ST desde el último
libro destacamos lo siguiente:
Hoy en día, todo el mundo usa código abierto, incluyendo varias empresas
listadas en *Fortune 500*. Compartir, en lugar de crear código
propietario, resulta más barato, más fácil y más eficiente \ [...\] La
mayoría de nosotras damos por supuesto la apertura de una aplicación de
software, de la misma forma en que tomamos por sentado que las luces se
enciendan. No pensamos en el capital humano necesario para que esto
suceda.
Esta investigación intitulada *Carreteras y puentes* [^16] resalta cómo
las grandes empresas están tomando ventaja de los comunes digitales sin
devolver nada, o muy poco, a cambio.
En el precedente tomo ya habíamos indicado que ser parte del mundo del
software libre/código abierto no era suficiente para ser parte de la ST.
De la misma manera, ser parte de la ST no significa necesariamente que
todas las participantes estén trabajando juntas en desarrollar
tecnologías liberadoras. Las iniciativas de ST también necesitan
comunidades más sostenibles y justas en las cuales todas sus
participantes sepan trabajar desde la diversidad y la inclusión, así
como desde la comprensión de sus privilegios y roles de poder.
*Coconut revolution [^17] y la ecología de la libertad según Murray
Bookchin* nos recuerda que las tecnologías apropiadas son las que se
desarrollan en una comunidad que elige el nivel, o el grado de
tecnologías, que necesita y que toma en cuenta las maneras y los
procesos de desarrollo para poder caminar hacia tecnologías liberadoras.
A estas ambiciones, destacamos nuevos contextos en los cuales el
concepto de ST se ha popularizado. Por ejemplo, en Francia la asociación
Framasoft desarrolla un plan de acción ambicioso para
*desgooglizar* [^18] internet y su libro *Digital: retomar el
control* [^19] relata prácticas de resistencia que combinan soberanía,
autonomía y nuevas formas de colaboración. En Cataluña se cuenta con la
celebración de los congresos de Soberanía Tecnológica [^20], el *Anti
Mobile Congress* [^21] y el *Social Mobile Congress* [^22]. Todos ellos
eventos que generan conciencia y redes de acción para desarrollar
tecnologías desde otros paradigmas.
El concepto de ST también ha sido retomado por algunas instituciones
publicas relacionadas con los «ayuntamientos rebeldes» [^23]. Fomentar
formatos híbridos público-sociedad civil que brinden mas apoyo a las
iniciativas de ST podría hacer saltar las alarmas o ser motivo de
celebración.
Imaginemos que se libere dinero público para mantener nuestras
infraestructuras digitales y ofrecer, para dar un ejemplo, servicios
alternativos a Google desde una perspectiva no comercial, alojando los
datos de manera descentralizada en arquitecturas que incorporan en su
diseño el derecho a la privacidad y el cifrado por defecto. Ésta podría
ser una posible línea de acción donde lo público y lo civil podrían
apoyarse mutuamente.
Para ello, haría falta brindar más apoyo a las pequeñas y medianas
comunidades que desarrollan tecnologías apropiadas y ST para que puedan
seguir proveyendo las tecnologías que esos territorios y comunidades
necesitan. Tecnologías bellas y singulares como mariposas multicolores.
El trabajo desarrollado por Atelier Paysan [^24] («el taller campesino»)
donde una red de agricultores lleva años diseñando máquinas para
trabajar el campo y la tierra, intercambiando sus diseños y
conocimientos, es un potente ejemplo de ello.
En cualquier caso, para que estas alianzas funcionen, las instituciones
deberán perder el menosprecio que sienten hacia las pequeñas iniciativas
que desarrollan ST desde la base para la base. Para conseguir ST
necesitaremos implicar y convocar todos los niveles: el micro, el medio
y el macro.
La que se avecina pinta muy mal y por ello creemos que la ST también nos
puede ayudar a contrarrestar el individualismo fomentado por el
capitalismo global.
Que nadie se sienta sola. Que nadie sienta que lo está pasando sola. Las
amigas tienen más miedo, las angustias se disparan, los espacios de
libertad se reducen. Al mismo tiempo, convergen personas desconectadas
en un lugar gris y frío, apoyando una iniciativa para una informática de
cercanía. Quieren entender qué pasa, sentarse con nosotras a hablar de
tecnologías, compartir sus prácticas, formular sus preguntas, exorcizar
sus miedos. En muchos lugares eso occurre.
Llegan, cada vez más, peticiones para encontrar vías de sobrepasar las
violencias conectadas. Me han tumbado la página, censurado los
contenidos, acosado, insultado, chantajeado... Los ataques son
incesantes, aburridos, peligrosos, creativos. En Internet ya no hay
libertad de expresión, sólo grados de privilegios a la hora de poder
gritar, más o menos, fuerte.
Todo esto, nos decíamos hace unos meses con unas queridas compañeras
pensando en cómo abordar juntas el tema de las tecnologías apropiadas
como eco resonante de ese horizonte utópico hacia el cual queremos
caminar. Seguimos con ganas de ir a ese lugar donde se hablan idiomas
desconocidos, vocabularios que no existen, gramáticas que no encajan.
Poder nombrar esos fenómenos que aún no están entre nosotras, pero que
ya nos prefiguran y, a menudo, nos transfiguran. Nuestras narrativas se
vuelven ficción especulativa, y éstas generan ideas y memes que viajan a
través el tiempo/espacio para volverse un ecosistema tecnológico
alternativo en el cual no tengamos que sacrificar nuestros derechos
fundamentales: libertad, privacidad, seguridad, comunicación,
información, expresión, cooperación, solidaridad, amor.
«*Una profecía autocumplida o autorrealizada es una predicción que, una
vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad*.»
Nos alimentan con futuros distópicos: noticias, series, pelis, libros de
la sociedad del espectáculo. Estos nos atraviesan y paralizan, sólo
vemos imágenes borrosas de tecnologías *gadgets*. El contexto del futuro
de mierda ya es ahora, implica que nos creamos que sólo queda la vía del
sacrificio de nuestras libertades al alimento de una maquinaria
tecnológica que nos habla de innovación, creatividad y participación
para mejorar su potencia en cuantificarnos y volvernos unidades
singulares, partes de grupos sociales dentro de patrones que ya nadie
entiende. Algoritmos cerrados procesan dentro de cajas negras
propietarias; y estos crecientemente muestran su capacidad de
influencia.
Lo distópico es fácil y su perversidad radica en su falta de
imaginación, así como en su potencial para crear cultura y
representaciones del futuro basadas en *loops* negativos: más
discriminación, más singularidad de las máquinas, más injusticia basada
en algoritmos, estas nuevas *armas de destrucción matemática* [^25]. Lo
distópico nos encierra en un grácil bucle de cinismo y creencia, en que
las tecnologías son lo que son y que no podemos hacer nada para tener
otras. Son narrativas autoproféticas y está más que comprobado que si
llamamos a Terminator [^26] este acabará por venir.
El Internet se está muriendo, la *world wide web* se contrae, en mi
ficción utópica autoprofética existen mundos que se reconectan gracias
al espectro electromagnético, ondas que vibran a nuestro alrededor y son
parte de los comunes. Las personas repiensan las infraestructuras
tecnológicas que les hacen falta, luego las desarrollan, auditan,
testean, mantienen, transforman y mejoran.
Me levanto por la mañana, el *smartphone* ya no duerme a mi lado, casi
no hay ondas wifi atravesando mi casa. La máquina de café y el
frigorífico están libres del *internet de las cosas*, ya no se conectan
a Starfucks + Monosanto para mandar mis datos de consumo. Encima de la
mesa hay una tableta fabricada para durar toda la vida. Todos los
dispositivos están encriptados por defecto y provienen de una fábrica
local ubicada a pocos kilómetros.
Hace unos años, unas *biohackers* popularizaron el uso de bacterias y
oligoelementos para almacenar información digital. La ley de Moore se
quebró. Se consiguió ilegalizar la obsolescencia programada. Los ciclos
de guerra, hambre e injusticia generados por la extracción de minerales,
así como la producción masiva de tecnologías, fueron desapareciendo. En
la escuela nos generamos llaves de cifrado: en primaria usando
tecnologías anticuadas como GPG, más tarde utilizando procesos basados
en el análisis de nuestra huella sonora al tener orgasmos.
Puedo configurar mi propio agente algorítmico para que sólo comparta mis
datos con quien me interesa. Las amigas de mis amigas conforman una red
de redes de confianza y afinidades; las ideas, recursos y necesidades se
cubren entre todas más a menudo. Activo mis captores de viento, luz y
agua para generar toda la energía limpia que puedo. Este estilo de vida
requiere de mi presencia frecuente fuera de la pantalla; no estoy
siempre conectada. Ya no hay tecnofóbicas o tecnolofílicas, porque ya
nadie da demasiada importancia a las tecnologías. Estas han vuelto al
lugar de donde no habrían tenido que salir.
Quedan tantos mundos por crear. Para tumbar al capitalismo alienígena
tenemos que poder imaginar futuros que no sean distópicos, futuros en
los que jugar a construir nuestras tecnologías apropiadas sea común y
felizmente banal.
[^1]: Taller de escritura especulativa sobre tecnologías feministas, organizado por Cooptecniques durante la edición *2017 Hack the Earth* en Calafou: http://cooptecniques.net/taller-de-escritura-especulativa-tecnologias-feministas/
[^2]: Walidah Imarisha y adrienne maree brown: *Octavia's Brood: Science Fiction Stories from Social Justice Movements*.
[^3]: Sergio Legaz, autor y Miguel Brieva, dibujante y miembro del consejo editorial de *Libros en acción*: *Sal de la máquina: Superar la adicción a las nuevas tecnologías*.
[^4]: https://www.youtube.com/watch?v=vNWAFApQDIc
[^5]: La Bruja Avería es un personaje del programa infantil La bola de cristal, emitido por Televisión Española en los años ochenta.
[^6]: https://www.youtube.com/watch?v=0jFpPN2xmSI
[^7]: https://es.wikipedia.org/wiki/Singularidad_tecnol%C3%B3gica
[^8]: Amazonians hablan de .amazon: https://bestbits.net/amazon/
[^9]: Foxconn: The Machine is Your Lord and Your Master: https://agone.org/centmillesignes/lamachineesttonseigneurettonmaitre/
[^10]: https://gynepunk.hotglue.me/
[^11]: https://en.wikipedia.org/wiki/Voja_Antoni%C4%87 • https://archive.org/details/20140418VojaAntonicTalkHackTheBiblioCalafou • https://hackaday.io/projects/hacker/65061 • https://twitter.com/voja_antonic?lang=es
[^12]: https://rverzola.wordpress.com/ • https://wiki.p2pfoundation.net/Roberto_Verzola
[^13]: http://www.eldiario.es/hojaderouter/internet/Onno_W-_Purbo-wokbolic-wajanbolic-internet-wifi_0_520048966.html • https://twitter.com/onnowpurbo • Wokbolik, what's that? https://www.youtube.com/watch?v=b_7c_XDmySw
[^14]: Tim Jenkin: *Talking to Vula: The Story of the Secret Underground Communications Network of Operation Vula,* 1995. *The Vula Connection*, documental, 2014: https://www.youtube.com/watch?v=zSOTVfNe54A • *Escape from Pretoria* https://www.youtube.com/watch?v=0WyeAaYjlxE
[^16]: Nadia Eghbal: *Road and Bridges The Unseen Labor Behind Our Digital Infrastructure*, Ford Foundation, 2016: https://fordfoundcontent.blob.core.windows.net/media/2976/roads-and-bridges-the-unseen-labor-behind-our-digital-infrastructure.pdf
[^17]: https://en.wikipedia.org/wiki/The_Coconut_Revolution
[^18]: https://degooglisons-internet.org
[^19]: https://framabook.org/docs/NRC/Numerique_ReprendreLeControle_CC-By_impress.pdf
[^20]: http://sobtec.cat/
[^21]: http://antimwc.alscarrers.org/
[^22]: http://www.setem.org/blog/cat/catalunya/mobile-social-congress-2017-28-de-febrer-i-1-de-marc
[^23]: https://bits.city/
[^24]: http://latelierpaysan.org/Plans-et-Tutoriels
[^25]: Cathy O'Neil: *Weapons of Math Destruction: How Big Data Increases Inequality and Threatens Democracy*, 2016.
[^26]: http://terminatorstudies.org/map/